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                           LA IMPORTANCIA  ECOLÓGICA DE LOS HONGOS DEL SUELO
El suelo es un hábitat o ecosistema, y no un sustrato; esta característica complica las definiciones y la metodología, porque el suelo representa una mezcla compleja de fracciones orgánicas e inorgánicas con agua y organismos vivos. Las fracciones orgánicas se componen de material de plantas en diferentes fases de descomposición, raíces vivas, exudados, microorganismos, pequeños invertebrados y contenidos intestinales. Por esta razón, el suelo alberga una parte considerable de la biodiversidad total de hongos, y no existe ninguna estimación fidedigna del número de especies de hongos del suelo (Hawksworth, 1991; Hawksworth y Rossman, 1997).

Los hongos del suelo juegan un papel clave en los procesos de descomposición, mineralizando y reciclando los nutrientes de las plantas (Wainwright, 1988; Lodge, 1993; Beare et al., 1997). Los saprófitos tienen una especificidad limitada por sustratos; por ejemplo, los zygomycetes usan carbohidratos simples, mientras los ascomycetes descomponen principalmente celulosa y hemicelulosa (Domsch et al., 2007; Zak y Visser, 1996; Lodge, 1997). En sistemas agrícolas, los patógenos de plantas y sus antagonistas son particularmente importantes. Los patógenos de plantas actúan en el suelo, en la rizósfera o infectan tallos, causando que las plántulas se marchiten y, por tanto, provocan grandes pérdidas. Éstos pueden ser específicos, aunque la mayoría ataca una amplia gama de plantas hospederas. Existen evidencias de que las prácticas agrícolas causan más alteraciones cuantitativas que cualitativas en la comunidad de micro hongos del suelo (Pfenning, 1997; Rodrigues-Guzman, 2001). La supresión de patógenos de plantas puede resultar intrínseca en los suelos, pero también es posible que se mantenga o incremente con algunas prácticas agrícolas específicas, tales como la incorporación de materia orgánica, plantas utilizadas como cubierta vegetal y la diversificación de cultivos. Algunos elementos biológicos han sido identificados como los principales factores de la supresión de enfermedades (Chet y Baker, 1980; Schneider, 1984; Mazzola, 2002, 2004). Se ha demostrado experimentalmente que la introducción de antagonistas específicos como Trichoderma spp. o Coniothyrium minitans pueden reducir la incidencia de una variedad de enfermedades en el suelo (Whipps et al., 1993). Con relación al papel de los organismos descomponedores, cabe mencionar que los hongos son responsables de la degradación de xenobióticos y contaminantes orgánicos introducidos en el suelo (Bordjiba et al., 2001; Barratt et al., 2003; Silva et al., 2003). Los hongos también constituyen una parte importante de la cadena alimenticia dentro del suelo, especialmente en el caso de la mesofauna (Bonkowski et al., 2000). El mantenimiento de la diversidad de hongos del suelo debería, por ende, beneficiar directamente la agricultura sustentable, mediante el suministro de nutrientes, una mejor estructura física del suelo y el control de antagonistas de los patógenos de las plantas en el suelo.

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